Nau Ivanow. Espai de residències d’arts escèniques

Entrevista a Ariadna Ferreira d’Espai Liminal

Llegaron en noviembre para realizar una residencia en nuestro espacio con un triciclo cargado de teatro. Ariadna Ferreira forma parte de la compañía Espai Liminal,  han llevado a la Nau Ivanow un espectáculo de títeres para todos los públicos donde un cuento catalán y uno de mexicano comparten el mismo “teatrino”. Hemos podidos acompañarlos en su proceso de creación y en su camino de éxito, documentando y siguiendo su proyecto. Ahora el “teatrino” ya vuela hacia México, además, participará en la Mostra de Igualada el 15 de abril.

¿Cómo nació la idea de la obra?
Como mexicanas de origen, aunque residentes en Barcelona, teníamos la inquietud de crear puentes, de hablar de nuestra cultura mexicana aquí y además aprender nuevas técnicas teatrales. Con Ana Luisa Alfaro decidimos hacer algo juntas y empezamos a buscar ayudas para llevarlo a cabo.

Trabajamos sobre el concepto de los títeres, que era algo que no había podido aprender a nivel técnico ni desarrollar su lenguaje específico, pero que a mí ya me interesaba. A partir de la idea de llevar un “teatrino” en un triciclo empieza el trabajo.

¿Cual fue la impresión de nuestro espacio?
Muy entrañable, porque yo llegué a la Nau llamando a la puerta, sola con mi trabajo, y me encuentro con gente generosa, que te escucha, que tiene un trato personal hacia ti, que no deja de creer en tu proyecto. No hay un ‘no’, hay un ‘busquemos la posibilidad’. Eso creo que a nivel artístico hace de la Nau un sitio donde te sientes escuchado, cómplice, que arriesgan contigo. Para mí no hay otra palabra más que agradecimiento.

Ese proceso de internacionalización, de conectar México con Barcelona, ¿cómo ha sido?
Al principio lo ves como una tarea titánica. Es complicado económicamente, porqué de pronto te encuentras que no hay dinero para pagar simplemente los billetes de avión. Con todo, la disposición de la gente para tirar adelante ha sido el detonador fundamental.

No es fácil hacer una coproducción de dos lugares. Hay que tener en cuenta muchas cosas, como qué elementos quieres traer primero, de dónde, qué encontramos aquí o que hay que traer de México, y que sale más viable económicamente. Ha sido un aprendizaje porque te das cuenta que puedes hacer tu espectáculo más universal sin dejar de ser particular. En nuestro caso, hablar de la fiesta de los muertos de México y también del cuento del Patufet y pensar cómo lo interpretarán ha sido complejo. Creo que el aprendizaje ha sido de mucha paciencia y planificación económica y fiable.

¿Qué tal ha sido residir en nuestro espacio?
Ha sido curioso. Se ha vuelto nuestra segunda casa, ¡se te pasa el tiempo volando! Es un espacio donde uno tiene que venir. La Nau te da lo que tiene muy generosamente, es un lujo para nosotros tener un espacio de ensayos, un teatro, las horas de trabajo con calefacción, espacio para que la gente que venía de México se pueda quedar a dormir. En la medida en que nosotros hemos pedido, hemos recibido. La impresión de terminar es de nostalgia, de dejar una casa.

Escuela del Espectador visita los ensayos

Y la relación con nuestra Escuela del Espectador, ¿ha sido buena?
Ver a gente valorar los procesos creativos, el tiempo que dedica uno a trabajar y que lo que yo hago no es jugar al teatro, que es un oficio y, que es un proceso, con unas reglas, un código que la gente estudia… eso es importante.

Es difícil saber qué esperar, no sentirse invadido en algún sentido, cuesta abrirte cuando estás en un proceso creativo. Hay que aprender de las dos partes, porque abrirse es complicado, no sabes cómo actuar, qué esperar. La experiencia va más allá de divertir o entretener: si hoy pasamos la misma escena tres veces es porque se debe hacer, y ellos vienen a ver este proceso. Es una gran labor que se tiene que mantener. Y también para la compañía, para aprender a comunicar a la gente que lo que hacemos es trabajo.

¿Qué os lleváis del paso por la Nau?
Aprendizaje, sobre todo mucho aprendizaje; aciertos y errores. A veces encontrar contratiempos resulta difícil, pero te das cuenta del tiempo disponible y de con quién trabajas. También de mi capacidad de romper mis propios límites. Sobre todo, me llevo un sabor de boca muy agradable de tranquilidad, de plenitud y de gratitud de saber que, de alguna manera, todo ha fluido a favor.

¿Y ahora qué?
Ahora toca llegar a los programadores de teatro familiar, ayuntamientos, centros cívicos y demás. Trabajar en muchos detalles en la muestra realizada en la Nau ha sido indispensable para poder medir el trabajo, para poder saber cómo reacciona el público y para poder saber qué es bueno. Nos ha proporcionado muchas notas y además nos sirve para prepararnos para la Mostra d’Igualada, el 15 de abril. Ahora toca darle vida a todo esto y que circule.