Entre tantos viajes a España y Catalunya, un día, sentados en la terraza de un bar, por los cuarenta y tantos de calor y devorando unas patatas bravas, nos dimos cuenta que en México hablamos todo el tiempo de comida, y ahí cayó la certeza de que el siguiente proyecto sería con base a la comida.
Un año después, en 2014, se abre la posibilidad de construir un proyecto nuevo con aquel festival con el que habíamos dialogado profundamente y que nos abría ahora las puertas de Barcelona, FiraTàrrega. ¿Temática? Sencillo, la comida y el cruce de nuestra actualidad, es decir, nosotros viajando a aquellas tierras, México – Catalunya – España.
Se planteó entonces un proyecto a dos años, 2014 para investigación y 2015 para investigación y presentación. Pensamos que lo mejor era invitar a unos amigoscolegas catalanes que quisieran pensar el teatro como nosotros y se entregaran a un proceso donde todo estaba por suceder. Fue así que en agosto de 2014 inauguramos dos cosas: 1. El proceso oficial de nuestra primera coproducción internacional. 2. La residencia de un espacio con el que Fira quería trabajar desde hacía tiempo llamado Nau Ivanow.
Esta residencia consistía en un lugar donde vivir y espacio para ensayo, durante agosto de 2014 y de junio a septiembre de 2015.
Cuando llegamos al entrañable barrio de la Sagrera, a través de su bien conectada estación del metro, era como otro mundo, una fábrica gigante, llena de letreros de teatro, en un barrio donde todos nos decían que estaba lejos por hacer 15 minutos en metro (viniendo
nosotros de la Ciudad de México, donde se hacen al menos 50 minutos en un trayecto de metro para llegar a algún sitio de interés).
Al llegar nos estaban esperando, y nos presentaron la casa-residencia, que era, pienso, la antigua casa de vigilancia de lo que fue una fábrica de pinturas, una casa rara en su distribución, pero fantástica para cuatro recién llegados, y sobre todo con dos terrazas para vivir el contundente calor de Barcelona. También entramos a los espacios de ensayo, cuales muebles, y nos instalamos con todas nuestras cosas en el intento de comenzar un proceso creativo que buscaba hablar del cruce cultural y de la comida.
Pasó un mes, y fue fantástico, desde el supermercado a una cuadra, el bar de enfrente, el señor que regaba y tomaba fotos, el dueño de la otra nave, los que administran y corren, los arquitectos, los diseñadores y el mundo de actores, directores, músicos y bailarines que desfilan por ahí. Es decir, te das cuenta que todo puede suceder en ese espacio, y al mismo tiempo se volvió casa. Y es en la casa que te funda donde se gestan los proyectos, se gesta la vida.
“En 2015 regresamos y ya pensábamos en la familia Ivanow; la casa seguía ahí esperando y todo lo que sucedía, ahora, era más”
Fue así que logramos, después de tres meses, vivir y sufrir para lograr Cuando todos pensaban que habíamos desaparecido, un teatro de gastronomía escénica que se presentó con éxito en Catalunya y varias ciudades españolas.
Al final, los 4 meses se volvieron 7, y el espacio de ensayo se volvió también uno de nuestros espacios escénicos para llevar otra de nuestras obras.
En noviembre de 2015, todo acabó. Nos despedimos con una comida muy mexicana en la terraza de la Nau Ivanow, y también con un abrazo y la promesa de regresar. Al final, el espacio de la Nau Ivanow está ahí para cumplir sueños, para crear mundos y para ofrecer hogares.
Damián Cervantes
Director artístic de la companyia mexicana Vaca 35